Vamos a ver los videos que están en YouTube:
Dicen que somos lo que comemos. A juzgar por la composición de algunos de los productos que nos llevamos al cuerpo, habría que echarse a temblar. Como algunos de los que salen por la boca de esas máquinas expendedoras para tiempos en los que uno se alimenta, ante todo, rápidamente. Luego vienen los problemas. Personales. Sociales. Occidentales. Obesidad.
Raquel tiene 15 años y no puede atarse los cordones de los zapatos. Mide 1,72, y su madre le hace los pantalones a medida. Pesa 110 kilos y sólo tiene amigos por Internet; todos de Perú, para que no haya posibilidad de encuentro.
La hamburguesa triple de Burger King- RICARDO GUTIÉRREZ
Raquel es una chica a la que el exceso de kilos robó el brillo en la mirada.
No quiere salir a la calle. Ya ni se lava. Por las tardes vuelve de clase llorando. "Gorda asquerosa, apestas". Eso es lo que escucha en el instituto. Lleva 10 años luchando contra la báscula, ha hecho mil y una dietas, pero no hay manera.
La madre de Raquel, camarera de hotel, ya no sabe qué hacer. Lo cuenta entre las paredes blancas y desnudas de un centro de salud de la periferia sevillana, con la marca de una vida dura escrita en sus ojeras, negras, profundas. Se separó hace dos años del padre, también obeso.
Raquel y su padre solían picarse con las dietas. A ver quién aguantaba más. En cuanto ella empezaba a recibir buenos mensajes de la báscula volvía a abandonar las buenas costumbres: adiós a las verduras, adiós a las legumbres.
Siempre está a la defensiva, de mal humor, sin ganas de nada, según cuenta su madre, que está pensando en ofrecerle una operación de reducción de estómago. Eso después de que le den a su hija cita con el psiquiatra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario